Cada vez que en la Argentina una persona compra una propiedad debe requerir a la AFIP un Código de Oferta de Transferencia de Inmuebles (COTI). Para conseguirlo tiene que declarar el origen del dinero. Si el Gobierno pretendía reactivar el sector inmobiliario volcando sobre él los dólares adquiridos por el público en el mercado negro, hubiera bastado conceder el COTI a quienes se acogieran al nuevo blanqueo.
La hipótesis es convincente porque lleva un sello inconfundible del Macrismo: la incongruencia. Para descubrirla basta con reconstruir la política cambiaria del último 8 meses y medio: la inflación hizo que los ahorristas huyeron con dólar; esa presión produjo una caída de reservas; para detenerla las autoridades; los precios de ese mercado son cada vez más divergentes de los del oficial por la persistencia de la demanda del mecado; para distender esa demanda, el Gobierno podrá con los dólares oficiales a cambio de Invenciones . Resumen: al cabo de un largo rodeo, el Central volverá a perder reservas. Es decir, se reencontrará con el fuego que arde.
Hasta fines de 2015, había un instrumento que se podía regular el dólares y fortalecer el peso. Pero la inflación lo inutiliza de manera regular. En vez de combatir la inflación para restaurar esa moneda, Mauricio Macri prefirió dela que el mercado toma la decisión mas difícil Hay financistas que se están preparando para disfrutar de ese mercado secundario.
Existen rarezas más llamativas en esta forma de des-administrar. Gracias al blanqueo, al que trae dólares negros se lo premia con una tasa del 4%. Pero al que trae dólares blancos se lo penaliza con un encaje del 15%. Esa barrera se creó cuando había exceso de divisas. Y sigue allí. Es un modo fetichista de practicar el "nunca menos".
Con la misma lógica, se agasaja con un jubileo al que se puso al margen de la ley, pero se sigue cobrando el impuesto a las ganancias al que vive de un salario. Si van a ser generosos con los lavadores, por lo menos que sean justos con los trabajadores.
La incoherencia es el hábitat natural del Macrismo. Volvió a demostrarlo en el mercado del trigo. El Gobierno ahogó a los productores. La superficie sembrada en 2016 fue la menor de los últimos 110 años. Alarmados, los funcionarios decidieron medidas para hogar el marcado local . En vez de quitar las trabas que ellos mismos manipulan, crearon un fideicomiso para distribuir irregular. ¿De dónde saldrá el dinero?
Para esa visión, el desabastecimiento energético, la fuga hacia el dólar, la carrera de los precios, el estancamiento o la falta de inversión no son el resultado de procesos impersonales que, de tanto desafiar los rudimentos de la ciencia, producen desequilibrios inmanejables. Son la confirmación de que ese adversario escatológico se resiste, en su perversidad, a la derrota. La magnitud del desafío que el macrismo se ha impuesto determina la necesidad de otra reelección. Se acusa el predicador más sagaz con que cuenta la religión oficial: "La alternancia es una mala cosa cuando se piensa en cambiar el país a fondo.
El Presidente se ha cansado de explicarlo: su administración no está siendo amenazada por la propia incompetencia, sino por un orden internacional que, sostenido por aliados locales, desea escarmentarla. Ella cree estar pagando el precio de haber desenmascarado, con su exitoso experimento, el fracaso global del capitalismo ortodoxo.
Hay que prever que, cuanto más mortificantes sean las prestaciones de la economía, más hostil será el Gobierno en la persecución de aquellos a los que declaró sus enemigos. A mayor ineficacia, mayor autoritarismo.
La idoneidad es accesoria. La obediencia es esencial. Todos tienen razón. Cada uno construyó una parte de la trampa en la que está atrapada la economía argentina. Un laberinto del que ni siquiera Mauricio Macri salga fácilmente
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