Empezamos por la góndola de carnes. En este primer semestre, la importación de carne de cerdo de origen brasileño y danés se duplicó (con embutidos y chacinados que saltaron un 250%), y para la carne aviar el ingreso de producto importado se multiplicó casi por 10.
También aumentan las importaciones de otros rubros emblemáticos para nuestro país como golosinas (+60%), chocolates (+36%), galletitas dulces (+74%), galletitas sin sal (+370%) y yerba mate (+145%). Si nos acercamos a la góndola de los lácteos, los quesos importados ganaron un 30% en estos mismos seis meses, y empezamos a encontrar manteca y yogures que atravesaron la frontera para ser consumidos. De la misma manera, podemos ahora preparar una rica cena con pastas importadas (+55%) bien condimentadas con pimienta y queso rallado también importados, y acompañarla con cervezas de los más diversos orígenes –cuyas importaciones se duplicaron en este mismo período– o con agua mineral europea. Si decidimos hacer una salsa natural, podremos prepararla con cebolla seca que viajó desde India (principal origen que explica el incremento del 350%) y con tomates oriundos de Brasil (producto sin importación en años previos).
En esta misma línea, en un contexto en el que las economías regionales sufren el impacto de la baja del consumo y de las exportaciones, se observa un llamativo ingreso de productos frutihortícolas. En el primer semestre, por ejemplo, se importaron 5.000 toneladas de zanahorias y papas y 3.500 toneladas de naranjas. También se encuentran importaciones de frutillas, mandarinas, ciruelas, espinaca, uvas secas, nueces, entre otros.
En síntesis, la ola importadora alcanza a todas las ramas productivas, incluyendo un sector tan representativo de nuestro país como el de alimentos y bebidas, con el consecuente efecto negativo en el empleo que muestran las estadísticas oficiales. Es por ello que se debe ser cauto al analizar la competitividad de nuestra industria, y tener en cuenta las condiciones imperantes actualmente en los mercados externos. En un mundo más ávido por vender que por comprar, sería razonable llevar adelante una administración del comercio más cuidadosa.
Paula Español
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